En los últimos 30 años las mujeres hemos dado pasos muy importantes hacia la igualdad. No ha sido un camino fácil. De hecho, seguimos caminando. Y lo hacemos porque muchas mujeres, antes que nosotras, comenzaron a recorrer esa senda. Mujeres feministas, organizadas, mujeres de asociaciones y de partidos políticos, mujeres comprometidas, mujeres que lucharon por nuestros derechos, nuestras madres y abuelas, que construyeron una sociedad más igualitaria y que pelearon por nuestra libertad.
Este 8 de marzo, Día Internacional de las Mujeres, no es como el de los últimos años. Porque este 8 de marzo las mujeres tenemos poco que celebrar y mucho que reivindicar. Se avecinan tiempos difíciles para la igualdad en nuestro país. Hace apenas un año, costaba pensar que todo lo conseguido, todo lo logrado con el esfuerzo de muchas y muchos, podría caer como un castillo de naipes.
Durante los últimos años nuestro país ha destacado en el ámbito internacional, ha sido una envidiada referencia en todo lo relativo a la igualdad de género. Han sido los avances más significativos y profundos de nuestra historia. Leyes de importante calado como la de Igualdad y contra la Violencia de Género han logrado situarnos como referente europeo en políticas innovadoras para la igualdad y han configurado los pilares fundamentales para luchar contra la discriminación, que son los que sustentan, tal y como la ONU lo denomina, la “arquitectura de género”.
El ansiado objetivo de la igualdad formal, como antesala de la igualdad real, empezaba a ser una realidad. Pero no hay nada consolidado. Cada día nos lo demuestra el actual Gobierno del PP, que ya ha iniciado el retroceso en derechos y comienza a hacer realidad sus amenazas de revisión o supresión de los avances legislativos en materia de igualdad. Empezamos a saber cuáles son sus intenciones. Ya sabemos que cuestionan el derecho a que una mujer decida libremente sobre cuándo y cómo quiere ser madre; también, que no aceptan el derecho a que las personas del mismo sexo puedan contraer matrimonio, y también sabemos, desgraciadamente, que corremos el riesgo de perder una protección eficaz contra la violencia de género.
Una mención aparte hay que hacer a la Reforma del Mercado Laboral, que atenta directamente contra los derechos laborales de todos y de todas, pero especialmente se ceba con los de las mujeres. Peligra el derecho a la conciliación, acrecienta los obstáculos en el acceso y en el mantenimiento del empleo, así como en la promoción y va a repercutir en el aumento de la brecha salarial. Y, como consecuencia directa, esa diferencia de retribución acompañará a las mujeres a lo largo de su vida, con menores prestaciones por desempleo y pensiones de jubilación más bajas.
Así que no sólo seremos más pobres, sino que tendremos también menos poder de negociación con respecto al ámbito familiar, para alcanzar acuerdos en materia de corresponsabilidad. Y es así como cerramos este círculo tan peligroso, regresando al principio, retrocediendo. Ninguna economía, y menos aún en tiempos de crisis, se puede permitir despilfarrar la mitad del capital humano. Seguir relegando a las mujeres al trabajo doméstico, poniendo como excusa la crisis económica, acaba siendo más costoso que implementar medidas para que los hombres compartan las tareas del hogar y del cuidado y más costoso aún que la puesta en marcha de recursos públicos que permitan la conciliación, que es como Andalucía quiere contribuir a dinamizar el mercado de trabajo dentro del nuevo patrón de crecimiento.
El objetivo del Gobierno andaluz es desarrollar políticas para un modelo de crecimiento cohesionado, que sea capaz de ofrecer mayores oportunidades a la infancia y la juventud, más seguridad y bienestar a las personas mayores y en situación de dependencia, y a su vez generar empleo para los hombres y mujeres de Andalucía. Políticas que no dejen atrás a nadie. La desigualdad nos lleva siglos de ventaja, cualquier paso atrás va a suponer que, por primera vez en la historia, nuestros hijos y nuestras hijas corran el riesgo de no poder disfrutar de derechos por los que pelearon nuestros padres y nuestras madres. Porque nos queda mucho trabajo por hacer, y aún más esfuerzo por realizar, este 8 de marzo hago, más que en ningún otro, un llamamiento a toda la ciudadanía para que siga reclamando el derecho a la igualdad real entre hombres y mujeres.
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